REUNIÓN
En la asamblea, habló la más
experimentada. Protestó fervorosa, por la injusticia de tantos siglos de
persecución. Alegó que la iglesia no admitía competencia en su lucha por el
control de la vida y la muerte. Reivindicó con argumentos sólidos la sabiduría
contenida en sus prácticas, —muchas de ellas provenientes de culturas
indígenas— para el tratamiento de enfermedades. Su discurso tocó el clímax. El
auditorio eufórico, vitoreaba consignas en oposición a tanta misoginia, a la inconveniencia de atribuirse la
propiedad del conocimiento en la medicina y la ciencia, defendían la enseñanza
y la plena libertad para ejercer su profesión. Todo era ovación e histeria
colectiva.
En ese preciso instante, irrumpe en el
recinto la autoridad municipal con orden de detención a las participantes del
aquelarre por la clara violación de las medidas sanitarias impuestas por el
gobierno nacional con motivo de la pandemia.
En el proceso de legalización de
captura, se confirmaron vuelos en escoba no autorizados, desde diferentes
partes del mundo, consumo de alucinógenos en pócimas con altas composiciones de
coca y marihuana y el decomiso de quince toneladas de ungüentos mágicos que, de
acuerdo a las investigaciones posteriores, serían utilizados en una
conspiración planeada —con rigor— para el próximo 31 de octubre con el fin de
atraer a los niños.
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