INVENTARIO por Jorge Luis Borges
Hay que arrimar una escalera
para subir. Un tramo le falta.
¿Qué podemos buscar en el
altillo
Sino lo que amontona el
desorden?
Hay olor a humedad,
El atardecer entra por la pieza
de plancha.
Las vigas del cielo raso están
cerca y el piso está vencido.
Nadie se atreve a poner el pie.
Hay un catre de tijera
desvencijado.
Hay unas herramientas inútiles.
Está el sillón de ruedas del
muerto.
Hay un pie de lámpara.
Hay una hamaca paraguaya con
borlas, deshilachada.
Hay aparejos y papeles.
Hay una lámina del estado mayor
de Aparicio Saravia.
Hay una vieja plancha a carbón.
Hay un reloj de tiempo
detenido, con el péndulo roto.
Hay un marco desdorado, sin
tela.
Hay un tablero de cartón y unas
piezas descabaladas.
Hay un brasero de dos patas.
Hay una petaca de cuero.
Hay un ejemplar enmohecido del Libro
de los Mártires de
Foxe, en intrincada letra
gótica.
Hay una fotografía que ya puede
ser de cualquiera.
Hay una piel gastada que fue de
tigre.
Hay una llave que ha perdido su
puerta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
Sino lo que amontona el
desorden?
Al olvido, a las cosas del
olvido, acabo de erigir este
monumento.
Sin duda menos perdurable que
el bronce y que se confunde
con ellas.
Tomado del libro «La rosa profunda», 1975
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