44 CONSEJOS PARA JÓVENES
ESCRITORES
Anónimo – Consejos
- Copiar
en fichas todos los finales que se nos ocurran para un relato así como sus
inicios, probar todas las combinaciones posibles y elegir la más eficaz.
- Contemplar
la vida, los hechos, los sentimientos, las cosas, las palabras… con
actitud de asombro, de extrañeza, y escribir a partir de las nuevas
percepciones que así tengamos de todo ello.
- Inventar
nuevas formas de enfocar nuestros actos cotidianos y escribir sobre ellos.
- Mirar
los objetos de nuestra casa como si pertenecieran a otro mundo y escribir
sobre la nueva forma de percibirlos.
- Inventar
un mundo en el que las personas hablen con las cosas y las cosas hablen
entre sí.
- De
entre todas las ideas que se agolpan en nuestra mente, apuntar una; la más
simple, la más atractiva o la primera que podamos atrapar, sin
preocuparnos por perder las restantes en el camino.
- Es
bueno relajarse unos minutos antes de comenzar a escribir, concentrarse en
la respiración, para dejar fluir los pensamientos; coger al vuelo palabras
que pasen por la mente y llevarlas a la página.
- Se
puede trabajar con listas existentes, tales como las del listín
telefónico, la carta de un restaurante o la cartelera de los cines.
- Plantearse
la mayor cantidad posible de formas de soledad existentes para desarrollar
en un texto la que más nos conmueva.
- Observar
lugares bucólicos y describirlos. Extraer noticias truculentas de
periódicos sensacionalistas y ambientar los sucesos en dichos lugares.
- Estar
alerta cuando nos sentimos angustiados para rescatar aquellas imágenes que
dan forma a la angustia.
- Escribir
sin estar pendientes del calendario, del reloj ni de lo que consigamos;
simplemente, hacerlo.
- Escribir
sobre un tema, elegido a conciencia, que nos produzca la más intensa e
íntima liberación.
- Imaginar
varias situaciones que ocurren en distintos lugares a la misma hora como
método para contar algo desde distintos puntos de vista.
- Repetir
un mismo itinerario mental en distintas ocasiones para comparar resultados
y recoger la mayor cantidad posible de material vivencial.
- Imaginar
un viaje de afuera hacia adentro y otro de adentro hacia fuera de uno
mismo y escribir «durante» el viaje.
- Planificar
un viaje interior por el territorio que sea más propicio para las
representaciones imaginarias.
- Practicar
el aislamiento durante un período programado de tiempo que puede ir desde
un día completo hasta una semana, un mes… y anotar lo que experimentamos
en ese lapso.
- Escribir
un texto a partir de la comparación de dos realidades: recuerdos, sueños,
experiencias vividas, sonidos, perfumes…
- Escribir
un texto a partir de semejanzas y diferencias que resulten de compararse
uno mismo con otra persona.
- Encontrar
las palabras que más placer nos produzcan o más significaciones nos
provoquen, para constituirlas en componentes de una imagen.
- Apelar
a nuestros sentidos diferenciando aromas, sabores, sonidos, observaciones
y sensaciones táctiles de todo tipo para incluir en nuestra lista para
constituir imágenes.
- Dividir
un objeto en el mayor número posible de piezas que lo componen para jugar
con ellas en un texto, llamando al objeto por el nombre de algunas de esas
piezas o partes.
- Inventar
situaciones, personajes, conceptos que nos permitan transgredir las
funciones del lenguaje.
- Reunir
todo tipo de géneros y discursos y a partir del contraste entre dos de
ellos, para constituir una narración: noticias periodísticas, telegramas,
poemas, diálogos escuchados al pasar, etcétera.
- Analizar
todo tipo de palabras buscando la mayor cantidad de explicaciones posibles
que en torno a ellas nos aporta material para un texto o nos permite,
directamente, constituir el texto.
- Inventar
imágenes inexistentes, con mecanismos similares a los productores de
frases hechas, y desplegarlas literalmente en un texto.
- Tomar
una idea conocida y asombrarse frente a ella como si nos resultara
desconocida como método para conseguir material literario.
- Coleccionar
refranes de distintas procedencias para trabajar con ellos en un texto.
- Inventar
refranes y jugar con su sentido literal.
- Prestar
atención a los episodios cotidianos, y convertir cada mínimo movimiento
ocurrido en un espacio común —un bar, el metro, un edificio, la playa— en
un episodio capaz de desencadenar otros muchos.
- Elegir
momentos a distintas horas del día y describir todo lo que sentimos y lo
que sucede a nuestro alrededor, más cerca y más lejos.
- Inventariar
palabras a partir del alfabeto y crear entre ellas un itinerario, el esqueleto
de una historia.
- Tomar
todo tipo de secretos: un «secreto de familia», un «secreto de confesión»,
«el secreto de estado», «el secreto profesional», como motores de un
texto.
- Hurgar
en nuestro mundo interior, rescatar de él algún aspecto que no nos
atrevemos a expresar y ponerlo en boca de un personaje.
- Confeccionar
una lista de afirmaciones y otra de negaciones como posible material para
un texto en el que se omita algo específico.
- Invertir
el mecanismo lógico: secreto/confesión, es una manera de enfrentar la
ficción. En consecuencia, partir de una confesión para luego inventar el
secreto.
- Emborronar
folios durante diez minutos exactos cada día. Al cabo de cada mes (y por
ninguna razón antes) leer lo apuntado. Dicha lectura constituirá una grata
sorpresa para su autor. Dado que escribió asociando libremente, el
material acopiado será heterogéneo y muy aprovechable para ser
transformado en texto literario.
- Contar
lo diferente y no lo obvio de cada día.
- Trazarse
un boceto de escritura «en ruta» y atrapar las ideas susceptibles de ser
incorporadas a nuestra futura obra.
- Recopilar
anécdotas ajenas y apropiarse de algún detalle de cada una o de su
totalidad.
- Del
intercambio de textos con otros escritores pueden surgir propuestas y
comentarios reveladores.
- Imitar
una página del texto de un escritor consagrado y comprobar el ensamblaje
de las palabras.
- Rescatar
la espontaneidad del niño. Jugar y crear con todo lo que se tiene a mano.
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