CIUDAD DE DIOS (1997)
(Cidade de Deus)
Rubem Fonseca
Su
nombre es João Romeiro, pero es conocido como Zinho en la Ciudad de Dios,
una favela en Jacarepaguá, donde controla el tráfico de drogas. Ella es Soraia
Gonçalves, una mujer dócil y callada. Soraia supo que Zinho era traficante de
drogas dos meses después de que empezaron a vivir juntos en un condominio de
clase media alta en la Barra de Tijuca. «¿Te molesta?», preguntó Zinho y ella
contestó que ya había tenido en su vida un hombre dedicado al derecho que no
pasaba de ser un canalla. En el condominio Zinho es conocido como vendedor de
una firma de importaciones. Cuando llega una partida grande de droga a la
favela, Zinho desaparece por unos días. Para justificar su ausencia Soraia dice
a las vecinas que encuentra en el playground o en la piscina que la firma tiene
viajando al marido. La policía anda tras él, pero sólo sabe su apellido, y que
es blanco. Zinho nunca ha estado preso.
Hoy por la noche Zinho llegó a la casa luego de pasarse tres días
distribuyendo, en sus puntos, cocaína que envió su proveedor de Puerto Suárez,
y marihuana que llegó de Pernambuco. Fueron a la cama. Zinho era rápido y rudo
y luego de joder a la mujer le daba la espalda y se dormía. Soraia era callada
y sin iniciativa, pero Zinho la quería así, le gustaba ser obedecido en la cama
como era obedecido en la Ciudad de Dios. «¿Antes de que te duermas te puedo
preguntar una cosa?» «Dime rápido, estoy cansado y quiero dormir, amorcito.» «¿Serías
capaz de matar a una persona por mí?» «Amorcito, maté a un tipo porque me robó
cinco gramos, ¿crees que no voy a matar a un sujeto si me lo pides? Dime quién
es. ¿Es de aquí, del condominio?»
«No»
«¿De dónde es?»
«Vive en Taquara»
«¿Y qué te hizo?»
«Nada. Es un niño de siete años. ¿Has matado algún niño de siete años?»
«He mandado que agujeren las palmas de las
manos a dos mierditas que desaparecieron con unos paquetes, para que sirva de
ejemplo, pero creo que éstos tenían diez años. ¿Por qué quieres matar a un negrito
de siete años?»
«Para hacer sufrir a su madre. Ella me
humilló. Me quitó a mi novio. Me hizo menos, a todo el mundo le decía que yo
era una burra. Luego se casó con él. Ella es rubia, tiene ojos azules y se cree
lo máximo».
«¿Quieres vengarte porque te quitó a tu novio? Todavía te gusta ese puto,
¿verdad?»
«Sólo me gustas tú, Zinho, eres todo para
mí, ese mierda del Rodrigo no vale nada, sólo siento desprecio por él. Quiero
hacer sufrir a la mujer porque me humilló, me llamó burra delante de todos»
«Puedo matar a ese puto»
«A ella ni siquiera le gusta él. Quiero hacer que sufra mucho. La muerte del
hijo deja a las madres desesperadas»
«Está bien. ¿Sabes dónde vive el niño?»
«Sí»
«Voy a mandar que cojan al niño y lo lleven a Ciudad de Dios».
«Pero no hagas que el niño sufra mucho».
«Si la puta ésa se entera que el hijo murió sufriendo es mejor, ¿o no? Dame la
dirección. Mañana mando que hagan el trabajo, Taquara está cerca de mi base».
Por la mañana bien temprano Zinho salió en
el carro y fue a Ciudad de Dios. Permaneció dos días fuera. Cuando volvió,
llevó a Soraia a la cama y ella obedeció dócilmente a todas sus órdenes. Antes
de que él se durmiera, ella preguntó, «¿hiciste lo que te pedí?»
«Cumplo lo que prometo, amorcito. Mandé a mi personal a que cogieran al niño
cuando iba al colegio y que lo llevaran a Ciudad de Dios. En la madrugada le
rompieron los brazos y las piernas al negrito, lo estrangularon, lo cortaron
todo y luego lo tiraron en la puerta de la casa de la madre. Olvida a ese
mierda, no quiero oír hablar más de ese asunto», dijo Zinho.
«Sí,
ya lo olvidé».
Zinho le dio la espalda a Soraia y se durmió. Zinho tenía un sueño pesado.
Soraia se quedó despierta oyendo roncar a Zinho. Después se levantó y tomó un
retrato de Rodrigo que mantenía escondido en un lugar que Zinho nunca
descubriría. Siempre que Soraia miraba el retrato del antiguo novio, durante
todos aquellos años, sus ojos se llenaban de lágrimas. Pero ese día las
lágrimas fueron más abundantes.
«Amor de mi vida», dijo, apretando el
retrato de Rodrigo contra su corazón sobresaltado.
Histórias
de amor
(São
Paulo: Companhia das Letras, 1997, 135 págs.)
Bueno ..
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