NO
HAY PRISA EN ABRIR LOS OJOS
Medardo
Fraile (España, 1925-2013)
Tras las cortinas se
adivinaba ya la luz aún manchada de sombras, pero serían –pensó– las ocho, la
hora de levantarse, como todos los días de su vida. ¿Por qué? Se removió en la
cama y sintió el cuerpo magullado por la batalla de cada noche, la colcha caída,
sábanas arrugadas, las cenizas de tanta gente soñada y muerta doliéndole en la
almohada endurecida, pero las siete de la mañana le habían parecido siempre
temprano, y las nueve demasiado tarde. Sólo por eso. No había otra razón. ¿Qué
prisa tienes? No abras los ojos, no hay prisa. ¿Quién le hablaba? ¿Oía otra voz
o se hablaba a sí mismo? Sigue ahí, descansa. No abras los ojos. La noche ha
sido terrible y te ha vencido. Sigue durmiendo, abre los ojos hacia ti mismo,
mira dentro de ti, donde aún te late el corazón, donde están las cenizas de los
que habitan tus sueños en las sombras. Pero eran ya las ocho, ¡las ocho! Y
abrió los párpados, y no halló cosa en que poner los ojos, que no fuera
recuerdo del olvido.
Antes del
futuro imperfecto, Páginas
de Espuma, Madrid, 2010, pág. 188.
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