La
legibilidad: un factor fundamental para comprender un texto
V.
Ferrando Belart
Introducción
Este artículo es fruto de una percepción y un deseo; la
percepción de que algunas veces el contenido de un texto no se entiende lo
suficiente, y el deseo de mejorar este aspecto y, por tanto, de establecer una
comunicación eficaz entre el autor y el lector de un artículo.
Intentaré exponer a lo largo de estas líneas que la legibilidad
es un elemento clave para la comprensión de un texto, y en este artículo
trataré su aplicación al texto científico.
La legibilidad es la facilidad con que se puede leer y
comprender un texto. En un sentido más amplio es la aptitud de un texto de ser
leído fácil y cómodamente, y esta aptitud hace referencia a elementos
tipográficos, de presentación del escrito en la página, y también al estilo, a
la claridad de la exposición, a la manera de escribir, al lenguaje.
La legibilidad depende, en buena parte, de si un texto está
constituido por frases cortas, de si se utilizan estructuras que permitan al
lector avanzar en el contenido del texto, de si se colocan adecuadamente las
palabras clave en el lugar preciso, de si las frases conservan el orden lógico,
entre otras cuestiones. Todos estos aspectos contribuirán en gran medida a
alcanzar uno de los retos de quien escribe, que es transformar un pensamiento en
lenguaje escrito.
Distinguimos entre legibilidad lingüística, que trata de
aspectos verbales, y legibilidad tipográfica, que hace referencia a la
percepción visual del texto (disposición del texto en la página, dimensión de
la letra, uso de la cursiva, de la negrita, etc.).
Legibilidad
lingüística:
A fin de que un artículo sea más legible, debemos tener en
cuenta una serie de aspectos: en primer lugar, que predomine la estructura más
básica y comprensible de una frase, es decir, la de sujeto-verbo-complementos.
Dicha estructura favorece la anticipación y el lector puede prever los
elementos que vendrán a continuación. Observaremos esta cuestión en el párrafo
siguiente:
«El comité de ética asistencial de referencia para la atención socio-sanitaria
es un grupo consultivo, interdisciplinario, que integra ideologías morales
diferentes. El objetivo de este comité es ayudar a los usuarios, a los
profesionales de la salud y de la gestión en la red socio-sanitaria en la toma
de decisiones éticas».
Las frases que constituyen el párrafo responden a la estructura
básica de la construcción de una oración. También podemos afirmar que intuimos
que el autor del texto especificará cuál es el objetivo de este comité, porque
previamente lo ha definido. Es decir, primero nos ofrece la definición y
después el objetivo, y no al revés.
Es evidente que no es necesario que todas las frases sigan
estrictamente el orden lógico de la estructura, ya que si no lo que
conseguiremos es un ritmo monótono de lectura que puede aburrir al lector. Pero
sí que es importante tener presente la ordenación más racional, porque facilita
la comprensión del artículo. Por esta razón, la ordenación interna de la
frase incide directamente en la legibilidad de un texto.
Llegados a este punto, es conveniente comentar que tenemos que
ser precavidos con el uso de las frases subordinadas, impersonales, la voz
pasiva y los incisos demasiado largos y numerosos. Las frases subordinadas
hacen que el texto sea demasiado extenso, y que sea difícil recordar el
contenido, como por ejemplo:
«El esfuerzo personal y el interés de los
profesionales que han participado en el
estudio para mejorar día a día la atención a las personas que padecen dolor,
junto con su capacidad de trabajo, han hecho posible la elaboración de este
documento, que esperamos que pueda ser de
utilidad para todos».
El párrafo adquiere mayor legibilidad
si se redacta de la manera siguiente:
«El esfuerzo personal, el interés y la capacidad de
trabajo de los profesionales que han participado en el estudio
para mejorar día a día la atención a las personas con dolor han hecho posible
la elaboración de este documento, con la intención de que sea de utilidad
para todos».
El hecho de que se hayan suprimido dos relativos, junto con el
cambio de orden del sintagma la capacidad de trabajo, proporciona una
mayor legibilidad y agilidad al párrafo.
Las frases impersonales o en voz pasiva esconden el sujeto real
de las oraciones e impiden distinguir claramente quién es el responsable. Observemos el ejemplo siguiente:
«Se realizó una encuesta epidemiológica por parte de técnicos de salud pública
para determinar el número de personas afectadas en el brote de toxiinfección
alimentaria (...). Desde las unidades de vigilancia epidemiológica se hizo un
seguimiento diario de los pacientes».
Con este abuso de la pasiva refleja se dificulta la comprensión
del texto y la identificación del sujeto real de la acción. En cambio
transformándolo en activa, el sentido de las frases es más comprensible, porque
se identifica claramente el sujeto. Fijémonos:
«Técnicos de salud pública
realizaron una encuesta epidemiológica para determinar el número de personas
afectadas en el brote de toxiinfección alimentaria (...). Las unidades de
vigilancia epidemiológica hicieron un seguimiento diario de los pacientes»,
donde se aprecia mucho mejor que técnicos de salud pública y las unidades de vigilancia
epidemiológica son los sujetos de las acciones de los
verbos en las frases respectivas.
Por inciso se entiende todas aquellas expresiones añadidas a la
estructura de la frase, que podrían eliminarse sin que la oración perdiera
autonomía sintáctica. Me estoy refiriendo a relativos, aposiciones, algunas
subordinadas, circunstanciales, etc. Los incisos cortan el discurso natural de
la frase. Por eso se tiene que hacer un uso moderado de ellos. Es decir, que no
sean demasiado extensos y que estén colocados de manera que no dificulten la
comprensión de la frase. Por ejemplo, no se tendría que separar con un inciso
el sujeto y el verbo de una frase porque, si es demasiado largo, es posible que
el lector haya olvidado el sujeto cuando lea el verbo, de manera que pierda el
significado de la frase y tenga que releerla. Fijémonos en el párrafo
siguiente:
«Abordar
el problema, estableciendo un plan de
actuación conjuntamente con el equipo y el paciente como uno de los aspectos
del proceso de valoración clínica, nos ayudará a conseguir los objetivos».
La redacción de este párrafo sería mejor de esta manera:
«Abordar el problema nos ayudará
a conseguir los objetivos, siempre y cuando se establezca un
plan de actuación conjuntamente con el equipo y el paciente como uno de los
aspectos del proceso de valoración clínica».
El hecho de que el inciso esté situado en la última posición de
la oración permite al lector fijarse en la información que realmente es
relevante.
Por tanto, un texto que presente frases breves, directas, en voz activa y sin
complicaciones sintácticas tendrá más legibilidad que un texto que presente
frases largas y llenas de incisos.
Por otra parte, hay que tener presente que el principio de una
frase o el inicio de un párrafo es la posición más importante, porque es la que
ve y lee primero el lector, y también es la que recuerda mejor después. Por
este motivo, es básico que la información relevante esté situada en esta
posición. Observemos el párrafo siguiente sobre el hábito tabáquico:
«El hábito tabáquico continúa
siendo el factor de riesgo individual
más importante de pérdida de salud prematura y evitable en nuestro entorno, y
uno de los principales problemas de salud pública susceptible de prevención. El
tabaquismo es factor de riesgo de numerosas enfermedades entre las que destacan
las cardiovasculares, las respiratorias crónicas y el cáncer».
Otros recursos lingüísticos que facilitan la legibilidad
son los marcadores textuales,
es decir, conjunciones, adverbios o locuciones conjuntivas, porque indican la
estructura del texto, las conexiones entre las frases, la función de un
fragmento, entre otros aspectos. Fijémonos en el párrafo siguiente:
«El
análisis de la propuesta tiene que hacerse teniendo en cuenta factores
distintos. En primer lugar, se tiene que prever la repercusión del programa en
la población. También se tiene que pensar en el coste de su implantación. En
último término, se tiene que valorar la posibilidad de que no se lleguen a
conseguir los objetivos iniciales. Así pues, el programa, aunque parece
interesante, se tiene que analizar con más detenimiento».
Los marcadores textuales de este párrafo son: en primer lugar,
también, en último término, así pues, aunque. Como podemos observar, la
utilización de estos recursos permite ordenar el texto y facilita una
comprensión más rápida.
Por otro lado, hace ya algún tiempo que en escritos científicos,
especialmente del ámbito de la medicina, aparece un uso excesivo de las siglas.
Esto puede provocar que se pierda el hilo conductor del texto y, en
consecuencia, que en muchas ocasiones el lector tenga que volver a leerlo.
Observemos la oración siguiente:
«Formación
de todos los profesionales de la RAD y de la APS en técnicas motivacionales».
La oración no es demasiado larga y, sin embargo, aparecen dos
siglas. El significado se hubiera comprendido mejor si desde un comienzo la
frase hubiese sido:
«Formación
de todos los profesionales de la red de atención a las drogodependencias (RAD)
y de la atención primaria de salud (APS) en técnicas motivacionales».
En todo caso, si posteriormente han de volver a aparecer las
siglas en el texto, se recomienda desplegar previamente su significado; pero no hay que abusar de los procedimientos de
abreviación.
Legibilidad
tipográfica
Uno de los instrumentos para conseguir la legibilidad
tipográfica son los distintos tipos de letra. Uno de ellos es la cursiva. Su
función principal es poner de relieve una palabra o conjunto de palabras que
interesa remarcar en el texto. A lo largo de este artículo hemos podido ir
observando la utilización de este tipo de letra, cuya finalidad perseguía
justamente esta función. También se utiliza para indicar subtítulos de artículos,
de capítulos, etc. (en este caso se combinan con los títulos en negrita).
También se emplea para indicar títulos de revistas y otras obras periódicas,
así como los nombres o los títulos de obras de arte.
Otra de las herramientas que permiten hacer inteligible un texto
son los signos de puntuación,
que suplen en el lenguaje escrito las alteraciones del ritmo y entonación del
lenguaje oral y, en consecuencia, ayudan al lector a comprender mejor el texto
que está leyendo. Por este motivo es tan importante saber puntuar bien, ya que
la utilización incorrecta de los signos de puntuación puede llevar al lector a
entender una información de manera diferente de como el autor la concibió y,
por consiguiente, la escribió.
Analizaré tres signos de puntuación muy frecuentes, que no
siempre se utilizan de manera correcta. En primer lugar, el punto. El punto
coincide con el final de una cláusula o, como mínimo, de una oración e indica
una pausa importante en el discurso. Hay tres clases: el punto y seguido, el
punto y aparte, y el punto final. Con un punto y seguido se separan oraciones
que no tienen un nexo sintáctico patente, pero que mantienen entre sí una
cierta relación temática. El punto y aparte, en cambio, separa generalmente
párrafos que expresan ideas diferentes. El punto final marca el final de un
texto determinado.
En segundo lugar, los dos puntos. Representan una pausa media.
Con ellos se enlazan complementos y aposiciones estableciendo relaciones entre
ellos. Se utilizan, por ejemplo, delante de la conclusión o de la explicación
de las ideas de las cláusulas precedentes. Es el caso del título Una nueva etapa: la menopausia.
Delante de las conclusiones, a menudo son intercambiables por el
punto y coma; depende del énfasis que persigamos. En este sentido, podemos
afirmar que con los dos puntos queremos transmitir un mayor énfasis a la
conclusión que seguirá.
En tercer lugar, el punto y coma, que representa una pausa más
larga que la coma y más breve que el punto. Con este signo de puntuación se
contribuye a precisar el grado de relación que existe entre las oraciones.
Conclusión
Para finalizar, quisiera remarcar algunos de los aspectos más
importantes que he ido analizando a lo largo del artículo para conseguir una
mayor legibilidad. Son los siguientes:
1. Las
frases tienen que ser preferentemente breves y simples.
2. Tiene
que prescindirse de las palabras y los incisos que no aporten información útil
y centrarse en lo que es relevante.
3. Los
incisos tienen que situarse en el lugar más oportuno. Por ejemplo, que no
separen el sujeto y el verbo de una frase.
4. Se
recomienda colocar los grupos de palabras de acuerdo con el orden neutro más
habitual: sujeto, verbo y complementos.
5. Hay
que colocar la información relevante en el lugar más importante de la frase: el
comienzo.
6. Hay
estructuras sintácticas que resultan poco claras, como las construcciones
pasivas y las negaciones, y se tiene que procurar no abusar de ellas.
7. Se
tienen que revisar y reelaborar los textos escritos, hasta que se consiga una
redacción sencilla y clara.
Bibliografía
general
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Chile: Andrés Bello, 1994.
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Cassany D. La cuina de l'escriptura. Barcelona: Empúries, 1993.
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Mestres JM. Els signes de puntuació i altres signes gràfics I i
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1974.
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